Lowani Malawi

lunes, octubre 17, 2011

Cristina nos cuenta su experiencia

Soy una persona de suerte ya que se me han cumplido muchos de mis sueños. Él último en cumplirse (por ahora!) fue el de ir a África a ayudar en una ONG. No fue fácil ya que no soy médico ni enfermera ni economista ni profesora ni nada de lo que te piden las grandes ongs. Sólo tenía mucha ilusión por compartir cosas que yo sabía y aprender de otras culturas. Miriam, la amiga de mi hermana me dio esa oportunidad. Nos fuimos, mí ahora marido, y yo a pasar unas semanas al distrito de Nkota nkota, en Malawi, dónde Miriam se ha instalado, a ayudarla en varios de los proyectos que tenía andando.

Cuando llegamos el 1 de Noviembre del 2010, estaba Miriam en el aeropuerto con un pickup lleno de niños del colegio local que se habían ganado un premio para venir y ver el aeropuerto y dar una vuelta por la capital, Lilongwe. No os podéis imaginar como se portaron de bien, que educados, que tranquilos, todos con el mismo uniforme. El respeto que los niños tienen a los mayores no tiene nada que ver con nuestra sociedad. Les hablan de Sr y se agachan/arrodillan para entregarles algo. Es quizás un poco demasiado para el otro lado de lo nuestro, pero es tan bonito ver ese respeto!

Y que sorpresa al llegar a la casa de Miriam! Nos había preparado una cabaña separada de la suya, a estrenar por nosotros con nuestra alfombrilla en el suelo para dormir, con unas mantas encima y unas repisas de bambú superbonitas que compramos en nuestro viaje al pueblo desde el aeropuerto. Ah, y una buena mosquitera. Y no había ni luz ni agua corriente ni wc ni cocina. Luz era de velas y linternas, agua lo traía una chica del pozo financiado por La Comunidad de Aragón (no veas la gracia de ir por el campo paseando y encontrarte con la bandera de España pintado en los pozos las palabras "Comunidad de Aragón" ) y el wc es un agujero en el suelo. La cocina era un fuego en el suelo. En cuanto se fue Miriam, conseguí unos chicos me ayudaran a llevar ladrillos y lo hice un poco más alto. Los mayores del lugar se reían de mí pues pensaban que se caería. Desde luego en las semanas que yo estuve, funcionó de maravilla! Pero nos adaptamos perfectamente a todo. Bueno, fue mejor cuando me compré una almohada!

No sabía cómo me sentiría rodeada de la gente de Malawi, todos negros, todos con una cultura tan diferente a al nuestra. No me sentí mal para nada. Es una gente tan cariñosa, abierta. Eso si, los niños que me veían en la moto por la carretera me gritaban "blanca!". Me preguntaron si en mi país hacíamos lo mismo con los negros.

Nos entendimos con los ellos en inglés, el idioma oficial de Malawi pero nuestros acentos son tan diferentes a los suyos que entendían mejor a Miriam que a nosotros!

Dominic se dedicó, junto a los del pueblo, a instalar una máquina para hacer aceite de maíz. Es increíble como se apañan en un sitio dónde no sólo es carísimo el material de obra, sino que es difícil de conseguir. Pues de la manera más artesana que habíamos visto, se instalaron las 3 máquinas que componen la expeledora de aceite. Miriam es muy particular en que los del pueblo participaran en montarlo ya que así se sienten parte de todo y no reciben una cosa de nosotros sin ningún esfuerzo por su parte.

Yo me dediqué a ir, junto al inspector de educación de la zona, el Sr Pillo, en su moto, 4 días a la semana a ir a diferentes colegios donde se agrupaban profesores de distintos colegios que venían a pie, a enseñarles diferentes juegos que ellos luego pudieran usar con los niños y así practicar su inglés: teléfono, pictionary, sopa de letras, ahorcado, bingo. Muchos nunca habían oído hablar de estos juegos y se lo pasaron muy bien "aprendiendo"! Aunque inglés es el idioma oficial, pocos lo hablan bien ya que entre si hablan su idioma natal, el chichewa. Sus libros del colegio y exámenes son en inglés así que leen y escriben bastante bien. Es sólo a la hora de hablar que les cuesta.

Dominic estuvo 2 semanas y antes de irse nos fuimos a ver un Parque Natural. Que diferencia de vida. Allí nos encontramos rodeados de blancos, todos turistas, menos una pareja de malawayanos (ayyy, como se dice?) que él trabajaba en el Ministerio de Turismo y ella en un rent-a-car. Compartimos un viaje en barco para ver elefantes a menos de 2 metros con ellos. Que pasada! Que animales tan majestuosos. Dominic y yo estábamos maravillados!

Y ya Miriam y Dominic se fueron, el mismo día y me dejaron solita. Por la mañana me iba con mi guía Gift a ver los diferentes pueblos de los alrededores y hacer los recados que Miriam me había pedido: ver cómo crecían unos árboles frutales que les había comprado, ver el estado de las bicis ambulancia y ver el estado de las personas mayores que muchas veces están totalmente desamparados ya que la familia se ha ido.

Luego me iba al río que tenia una agua tan fresquita y lavaba mi ropa. La parte más caliente del día lo pasaba en mi cabaña leyendo. Algunas veces me acerqué al hospital español, hecho por la ong África Directo a ver a mis amigas y hablar español y sentarme en una silla! Una vez a la semana me iba a Salima, un pueblo grande a una hora de camino donde había internet de aquella manera, y supermercados parecidos a los que teníamos hace 20 años. Pero había chocolate!!! Normalmente esperaba el bus y si tenía suerte, alguien me recogía. Se puede estar una hora al lado de la carretera y no pasar ni un vehículo, increíble verdad?

Puedo contar mil cosas de las diferentes cosas que vi., que me pasaron. Pero lo fundamental es que fue una buenísima experiencia, disfruté cada momento, incluso estando sola, la gente es tan abierta, tan risueña, no se preocupan para nada del mañana. Aprendí tanto de ellos. Pero si piensan que nosotros tenemos mucho más que ellos y siempre están pidiendo que les financies esto o les mandes lo otro. Cuando les hablaba de mi hipoteca, no tenían ni idea de lo que decía. Ni de que trabajo 7 horas diarias, 5 días a la semana. Son tantas las cosas diferentes, pero ni lo suyo es peor ni lo nuestro mejor. Son dos formas de vida.

Gracias Miriam.