Lowani Malawi

miércoles, diciembre 30, 2009

Vivir en la aldea

La cabaña esta en la que vivo, en lo alto de una pequeña colina en mitad de la sabana arbolada. Sus ventajas y sus inconvenientes...como casi todo en la vida.

Lo que valoras es la tranquilidad de no oír vecino ninguno…ni ruidos, ni música alta, ni gritos. Te bañas mirando la luna o las estrellas o a media tarde con el sol rozándote la piel...una ducha al aire libre. Escuchas el viento por la noche para acunarte el sueño, los búhos…te despiertas con el amanecer sobre el lago, desayunas a la sombra de un árbol. El olor de la leña, del tejado de hierba seca, de la tierra limpia. Paseas por los alrededores y los monos saltan de árbol en árbol y de vez en cuando se cruza en tu camino alguna liebre o una tortuga e incluso impalas. El agua fresca de las cantaras de barro, el sabor de la fruta recién cogida del árbol y la miel natural.
En verdad un entorno cuando menos apetecible.

Ahora bien.

Las jinetas (queremos pensar que no fueron hienas) entraron el otro día a través de la valla de cañas y revolvieron todo lo que encontraron en la cocina y el cubo de la basura, los monos se comieron o destrozaron todas las frutas del árbol de masuku (una especie de caqui salvaje) cerca de casa. Una invasión de hormigas que andan oliendo el comienzo de la época de lluvias decidió mezclarse con el maíz que esperaba ser molido. Los ratones se comieron la funda de mis gafas y el chupete de Marina.
Escorpiones, tarántulas, ciempiés con aguijón de escorpión, arañas con boca de alien…y mil bichos de los cuales lo que menos puedes esperar es una urticaria acampan a sus anchas este mes por todo el terreno y la casa.
Te acostumbras a sacudir los zapatos antes de ponerlos, guardar la ropa del revés para no llevarte sorpresas, mirar encima y debajo de donde te sientas, escudriñar la taza antes de beber y la comida antes de cocinar…ninguna bolsa abierta ningún resto en la casa.

A final de mes empieza la época de lluvias, ducharse bajo una lluvia torrencial ya no será lo mismo.

Aun con todo el buen rollo que te da ver impalas corriendo delante de la puerta de casa perdona cualquier cosa.