Lowani Malawi

lunes, abril 09, 2007

Por fin Marina nos cuenta algo

Lo que he vivido en Malawi ha sido todo tan condensado en las experiencias, rápido, fuerte, diferente, para mí toda una sorpresa, pero ya que Miriam me ha pedido que cuente algo lo voy a intentar y a la vez no defraudarla a ella y no daros la paliza a todos aquellos que frecuentáis este blog.

Al llegar vi que solo veía verde, que estaba en Africa y que aquello que veía no coincidía con la idea que yo tenía, de verdad os digo que hay que vivirlo, que es difícil explicar, que deberíais visitar Malawi.

Su gente es amable, digna, sonríe continuamente y saca a la vida lo mejor de ella. En ocasiones algún joven nos hablaba de España como el paraíso y no sabéis lo difícil que era convencerles de que el paraíso lo tienen ellos allí, que la felicidad que ellos irradian no la van a tener en este primer mundo que su vida la tienen que mejorar allí, su tierra es rica, tiene agua a pocos metros del suelo, yo no entiendo esas épocas de sequía, bueno no quiero pensar en eso, como Miriam nos trasmite en sus mails estamos equivocados en el tipo de ayuda que les damos.

Para empezar os diré que he viajado en toda clase de vehículos durante mi estancia, desde bicicleta, moto, barca, matola, coche, ambulancia.. , si me veis en una bicicleta con un tío que no conocía de nada, entre panochas de maíz que sobrepasaban las cabezas, de noche y sin poder intercambiar palabra porque no hablamos idiomas comunes…. Aquella noche nos dio por reír, pero Teresa y yo por un momento pensamos que nos iban a dejar allí tiradas, en medio de Africa, y sin saber hacia dónde ir, de noche cerrada, con muchas estrellas, pero sin una luz de referencia, ni ruidos y mientras tanto mi querida hija y su amigo empeñados en arreglar una moto en medio de la nada y con un pollo vivo como compañero de viaje, eso sí, me lo habían regalado y era un desprecio no aceptarlo, creerme que la abuela que me dio el pollo tiene a su cargo cinco niños y es Miriam y su amigo quienes le proporcionan todo lo necesario para seguir adelante. Ella sin embargo no dudó un momento en compartir conmigo (la madre de Miriam) lo mejor que tenía. Por supuesto yo sabía que entre las ayudas van a ponerle unas cuantas gallinas para que tengan huevos y puedan comer carne de vez en cuando, cosa que no es frecuente.

Aquella noche acabé llevando el pollo atado a mi culo como paquete en la moto de Miriam pero conduciéndola su amigo que no tiene carnet y que no domina nada el vehículo. Os prometo que no me movía, ni tenia miedo, pero en mas de una ocasión me vi en los campos fuera de la carretera, claro que el pobre llevaba por toda luz una linterna, pues Miriam no llevaba luz en el foco, la otra moto se quedó tirada estropeada y el único que podía conducir con semejante iluminación era él, ellos los nativos tienen mejor visión en la noche, ¡toda una experiencia!. Acabamos tomando unas cervezas y riéndonos de nosotros mismos.

Otro día fuimos a ver un proyecto para un pozo, - claro está, Miriam ya es como ellos -, la pregunta de cuanto hay que andar no tiene sentido, todo está cerca, bajo un sol de justicia, y un calor que yo recuerdo como el que más, subir y bajar entre maizales, me recordaba a alguna película de miedo, por allí podía salir cualquier sorpresa. A todo este calor hay que añadir que a cada casa que llegábamos había que comer, lo contrario es una ofensa, aquél día teníamos previsto comer tres veces, al final fueron dos, pero es que la sima no es cualquier cosa, se come con la mano y debes acostumbrarte al sabor, el secreto está en comer despacio, de esta forma parece que comes más, ellos son tan educados que con que compartas su comida tienen suficiente.

Os podría contar de todo, lo he pasado genial, Miriam no quiere venir, yo la entiendo, razonando con ella hablamos de su futuro y ambas lo pasamos mal aquél día. Está haciendo una labor amplia y necesaria, conoce bien todo el país y me consta que es querida y respetada en todo el ámbito en que se mueve.

Las visitas al lago aunque breves han sido maravillosas, eso son playas salvajes y lo demás cuento. Hicimos un viaje en barca con varios chicos que estaban por allí, queríamos ver un poco la costa con los loch y la playa desde el agua. Enseguida se organizaron para traer una barca y llevarnos, ajustamos el precio y embarcamos, son geniales, la barca hacía agua, pero ellos ya llevaban un recipiente para achicar y uno de ellos su labor era esa, (no pasa nada), la vida allí es así. Lo pasamos bien y el viaje mereció la pena, eso sí, el sol nos abrasó en poco rato. La luz que allí tienen no la hay en otro lugar, dicen que Africa engancha, yo no sé si otros países enganchan o no, a mí Malawi y sus gentes sí lo ha hecho, espero volver.

Ha sido un viaje precioso, lleno de sorpresas y actividad. Con Miriam es un continuo ir y venir, no hemos parado apenas, los días se pasan rapidísimo y eso que nos levantábamos muy pronto, el desayuno a las siete con las sister, café buenísimo y tostadas con mermelada casera de mango. Luego ver a los niños de Miriam, y seguido siempre había que hacer algo, la ambulancia, los recados, o solventar improvisando algo que aquí hubiera sido realmente grave, de una forma totalmente normal, sin grandes esfuerzos resuelto.

Las anécdotas han sido interminables. Por ejemplo ir con la clínica móvil, es para verlo, observar como acuden las madres con sus niños, con apenas medios y la gran labor que hacen, los malawianos son pobres pero con una dignidad que asombra. Hay mujeres guapísimas, hombres menos, pero también los hay, lo que sí he de decir que nunca vi unos brazos o piernas tan musculosos de forma natural como en los pescadores del lago, lógico porque sacan la pesca desde la orilla del lago tirando de las maromas que arrastran las redes, es una visión impactante, una maravilla con la playa salvaje, sí digo playa porque el lago es como un mar y en su orilla hay arena como en una playa, el cielo se siente encima de ti, es cierto que está mas cerca, que la bóveda parece que nos encierra al final del horizonte. Cuando Miriam decía que había visto los mejores atardeceres de su vida y que los mangos, cocos, bananas, etc., saben realmente a fruta es verdad.

Podría seguir contando mil cosas, espero que Teresa lo haga algún día pues ese fue su fin al preparar el viaje pero de verdad se pueden contar infinitas anécdotas, desde ir en ambulancia con una TBC y sin protección, (Miriam conduce estupendo la ambulancia a toda pastilla), eso sí la gente sigue adelantando, (para aprovechar), tener que quitar un camión de en medio porque el chofer se ha ido mientras lo descargan, las noches con las mosquiteras, …Todo ha sido diferente y único un viaje para recordar, bueno lo del mercado de la madera se lo dejo a Teresa, jamás tuvimos tantos hombres alrededor, llamábamos a Miriam pero ella estaba a su bola y ni caso, no hay cosa peor que no poder hablar el mismo idioma, pero nos hartamos a reír.

Como Miriam dice, os quiero tol rato y espero haberos entretenido.
Y a ti Miriam te quiero y espero no haberte defraudado. Marina